miércoles, 31 de julio de 2013

AUSTER Y SUS MUJERES


A él le conocen de sobra, ¿verdad? Es Auster, Paul Auster (para que lean). Otro de mis escritores fetiche. Pero a ellas, ¿las conocen? Sí, son, como he adelantado en el título de esta entrada, sus mujeres.

Paul, el joven Paul, vivió unos años, y se casó con ella, con Lydia Davis, la dama de la primera foto. Juntos vivieron en París, donde se dedicaban a la traducción, a ejercer el noble arte de la supervivencia y a escribir. Eran jóvenes, inquietos… Todo esto lo cuenta muy bien y de una forma divertidísima, Paul Auster en su “Diario de invierno”, libro con el que he vuelto a serle fiel. ¡Cómo le había echado en falta! Con Auster me pasa eso de lo que ya hablé en la entrada anterior haciendo referencia a mi relación con Murakami, solo que a Paul lo conozco de muchos más años…





Me ha encantado este “Diario de Invierno”. La escritura de Paul, para mí, es muy directa, y toca fibras que si fueran teclas de un piano, sonarían a la vez en muchísmos lugares. Y su obra, como el buen vino, hay que saber “beberla”, hay que saber “emborracharse” con ella. Me ha gustado este libro porque se ha desnudado sin pudor alguno, nos ha mostrado partes de su yo más íntimo, y ha hecho un ejercicio de reflexión a cara descubierta, sobre lo que es la vida, que, aunque distinta, es la misma para todos, como un cuento donde hay un inicio, un nudo y un desenlace. Leyéndolo me he enterado de muchas cosas de su propia vida, y eso ha hecho que mi natural curiosidad me llevara a buscar a sus mujeres.

De Lydia Davis no había oído hablar en mi vida, sí de Siri Hustvedt, pero ignorando que era su mujer, su segunda mujer… ¡Ya ven cuán ignorantes somos/soy! Yo, fan acérrima de Auster y desconociendo esas cosas tan importantes de él. Importantes, pues ellas han marcado en algún momento una parte esencial de su vida, de su trayectoria, de su pensamiento…

La dama de la segunda foto es Siri Hustvedt, segunda mujer y madre de su hija Sophie, de la que sí he oído hablar, y con quien lleva casado algo más de treinta años. Según él, su amor definitivo y total.
Curioso. De Lydia, madre de Daniel Auster, el hijo mayor de Paul, no había oído nada, ni de ella, ni del vástago que tienen en común, y de Siri y su hija Sophie Auster, sí.

A Siri me la encontré como autora de un libro que me ha encantado: “El verano sin hombres”, de cuyo estilo y demás hablaré enseguida. Y a Lydia me la he encontrado como autora de un tocho fenomenal que estoy devorando: “Cuentos completos”.

Ya ven,  un autor reconocido mundialmente, y dos mujeres que han dado forma a su vida y que también escriben y que, creo yo, brillan con luz propia al margen de llevar la etiqueta de ser o haber sido “la mujer de Paul Auster”.





LYDIA DAVIS (lean este enlace) es una escritora… ¿cómo diría yo? ¿”Rara”? Si por raro se entiende diferente, no en el aspecto más peyorativo de la palabra, sino al contrario. El libro en cuestión: “Cuentos completos”. Sus cuentos, muchos de ellos, microcuentos, son especiales, solo puedo decir eso. No te dejan indiferentes, y has de bucear en ellos más de una vez para llegar al fondo de ese lago en el que ha dejado olvidadas intencionadamente sus reflexiones. Hay cuentos realmente geniales, y otros ciertamente enrevesados, pero, ya digo, es cuestión de volver a leerlos. También tiene uno, “La Espina” que, al leerlo, me ha llevado a unas cuantas páginas del “Diario de invierno” de Auster. Quedé algo confusa hasta que caí en la cuenta de que era una de las anécdotas que cuenta Paul de su etapa parisina, la que compartió con ella. Cuentan el mismo suceso de forma diferente, pero es el mismo hecho reconocible. Me gustó mucho ese ejercicio al que me condujo…
El libro es un verdadero “tocho” de setecientas y pico páginas, pero que es fácil de manejar, abres, escoges uno, dos, tres… nunca puedes quedarte solo con un cuento, y lees, lees…
Recomendabilísimo.





SIRI HUSTVEDT. Rubia, alta, de origen noruego, Siri conquistó al viejo Paul y ha sido su complemento ideal (Lean esta divertida entrevista).
A Siri, escritora con gran bagaje la “acusan” bastante frecuentemente de que su obra es demasiado autobiográfica, y así ocurre con “El verano sin hombres” (lean aquí). Bueno, ella se enfada muchísimo y lo niega por activa y por pasiva. No soy yo quién para afirmar o negar dichas “acusaciones”, pues acabo de llegar a su literatura y a su vida. Lo desconozco casi todo de ella, es decir, todo, salvo los hechos que comento.
Este libro lo he leído en un santiamén, por lo ameno, lo que me ha enganchado ese estilo de escritura, pasando de la segunda a la tercera persona, combinando los tiempos verbales… y haciendo que el anzuelo que lanzó al publicar esta novela haya sido mordido por multitud de mujeres que, atraídas por semejante título, nos hayamos zambullido en un universo tremendamente familiar. Hay otro de sus libros que me lo quiero agenciar enseguida: “La mujer temblorosa o la historia de mis nervios”. ¿No me dirán que con ese título no te arrastra a una librería, para encontrarlo, leerlo e identificarte con él?

Pues eso es lo que quería compartir con ustedes en esta torridísima tarde de verano, última del mes de julio y a la ¿sombra? de estos 43º (sí, sí, han leído bien) que nos acosan… La lectura siempre es una buena compañía.
¡Que ustedes lo disfruten!


Escaneado libros y texto: Edurne Fotos: Internet

domingo, 28 de julio de 2013

DESDE MADRID CON AMOR (Crónicas del Foro LV y LVI)


Yo camino acelerada por la vida pues he de adelantarme a muchos acontecimientos, y, por otro lado, retardo sucesos. Tal es el caso de estas crónicas.

Aquí les voy a presentar algunas fotos salpicadas con unas pocas líneas de mis últimas estancias en la capital del reino: fin de semana 25 y 26 de mayo, y tres días de julio, del 11 al 14. Como ven, bastante espaciadas en el tiempo y ahora mucho más, pero bueno, no importa demasiado. Mi propósito es mantener abierta esta Orilla a pesar de los pesares y compartir con ustedes no solo penas, también alguna que otra alegría…
Ya les digo que serán escuetas, además van juntas. Sé que me disculpan y que quienes me visitan acogerán con agrado esta breve incursión que hago en medio de tan tórrido verano.



En Mayo, Madrid ya parecía verano. Siempre que se busca, o no… aparece un pequeño reducto verde que te transporta a otro lugar, tal es el caso del Jardín del Ángel, en pleno barrio de Las Letras, en Huertas, más concretamente. Yo había visto este sitio muchas veces de pasada, pero nunca había entrado. Era sábado y a mas de la floresta, había un pequeño mercadillo de arte: pintura, artesanía… Algo que nos atrajo y dio con nosotros en su interior. Preciso, un lugar de lo más acogedor en medio del bullicio de la gran urbe.



En el centro, léase Sol y alrededores, más de lo mismo: turismo, viandantes presurosos, vendedores de toda suerte de ilusiones, carteristas al loro de los despistados que por allí transitan, manifestantes, predicadores de una vida mejor, buses turísticos, agentes municipales y sus grúas llevándose el carro de alguien, terrazas al aire libre, al sol de Madrid, fotógrafos aficionados y entusiastas, guiris de toda condición, paseantes de alta alcurnia y de baja estofa… de todo, como en botica, un crisol de lo más atractivo.



Calles y plazas típicas, mercados reconvertidos, híbridos que comulgan y conjugan arte y hambre (no sé si esta rima y el significado tienen mucho que ver…). Locales con solera y que ya han pasado a mejor vida, empapelados una y otra vez con reclamos publicitarios, flores por doquier, pasos, pasos, pasos…



En Julio seguía el verano instalado en la Villa (los veranos del la Villa). Calor, noches pesadas, plomizas, húmedas de sudor, ni ventanas abiertas, ni ventiladores ni aires… imposible conciliar el sueño.
Mañanas alegres y soleadas, calurosas desde bien pronto. ¡Horror! ¿Qué hacer en estos caso? Opciones pocas: o te quedas encerrado a cal y canto en casa, o te aventuras y sales al solano… Para gustos.



En El Prado tenían la belleza encerrada y un buen día decidieron sacarla a paseo, presentarla en sociedad. Muy buena idea. “La Belleza Encerrada”, una exposición que recomiendo encarecidamente, por su… ¡belleza! Sí, sutil, suave, discreta y muchas cosas más. Sorprendida la mirada con obras de autores de los que no había oído hablar antes, reafirmada mi admiración por maestros a los que ya celebraba de antes. Y lo más importante, sentir que dentro de tanta “mierda” (perdón por la palabra) que nos rodea, todavía somos capaces de purificar nuestro espíritu con estas visiones, estos pequeños placeres, reflexiones al hilo de tantas cosas…
También había, y hay, una pequeña muestra de Estampas japonesas propiedad del museo, "Estampas Japonesas en el Museo del Prado". Muy curiosas.




Y los libros, que siempre me acompañan: los que tengo, los que compro, los que veo, los que acaricio y huelo, los que leo, los que vivo…




Moyano estaba tranquila, se podía una perder un ratito entre tanto libro, curiosear, sonreír, pues siempre hay ejemplares que te trasladan a otros tiempos en tu historia personal. Y también es una ocasión muy a propósito para observar el paisaje y paisanaje del lugar, no solo el entorno, los libreros, sino los propios clientes, curiosos y adyacentes que pululan/mos por el lugar.




En el viaje de ida y vuelta leí un libro y empecé otro, que también está terminado. Hoy les voy a  hablar del que empecé y después he terminado en casa, porque del otro, pienso hacer una entrada especial, así que ya daré cuenta de él a su debido tiempo (espero que muy pronto).
Quienes me leen y siguen con asiduidad, ya saben que tengo autores fetiche, a los que leo y leo siempre, aunque de vez en cuando me deje a barbecho voluntariamente para no darme un empacho y después cogerles manía…

Esta imagen está como ilustración a lo que digo, pero...me voy a apuntar el libro, solo por el título, lo merece.

Bien, uno de ellos es Haruki Murakami, del que he leído muchos libros, y me quedan muchos todavía por leer, pero con él voy despacio, me da el ataque y me leo dos o tres casi de un tirón y luego lo dejo, pero… es ver una portada en cualquier librería, y ponerme nerviosilla, lo cojo, lo dejo, vuelvo otro día, me hago la loca, y al final, zas, ¡sucumbo!
Todavía no conocía su faceta “cuentista”, el relato corto es un arte, contar en pocas páginas toda una historia, tiene su miga y la verdad que yo admiro a los que saben hacerlo con maestría. Este libro de Murakami, “Después del terremoto”, es una selección de seis relatos con un nexo común, el terremoto que asoló la ciudad japonesa de Kobe en 1995.




Murakami es un maestro en las descripciones, de eso no hay duda. Perfila sus personajes con una fina pluma, dando cabida así a toda suerte de emociones: miedo, fortaleza, compasión, empatía… Murakami está soberbio en este despliegue de historias cortas pero intensas, profundas, que te llevan de la mano al mismísimo epicentro de ese terremoto, al real y al otro, al que ocurre en nuestro interior. Además hace alarde de un humor muy especial, como lo demuestra en uno de los relatos, el de la rana que salva Tokio. Parece ciencia ficción, pero si lo analizas bien… no.
Si alguno de ustedes todavía no se ha estrenado con Murakami, por favor, inténtelo, no quedarán indiferentes.



Y la vida sigue, con terremotos que nos dejan completamente descolocados, o con suaves brisas que vienen a darnos un soplo de esperanza. En pleno terremoto estaba yo en mayo, en junio… y ahora dejo que esa leve brisa refresque mi corazón.




Procuraré volver pronto. Ustedes sigan aprovechando la vida. Un abrazo.


Fotos: Antonio y Edurne Folletos y postales: De la exposición. Escaneado libro: Edurne Imágenes: Internet


domingo, 21 de julio de 2013

PIXI Y DIXI BUSCAN FAMILIA


Hola, somos los gemelos Pixi y Dixi, ya... la Orillera nos ha puesto nombre de ratón, pero nos adaptamos a cualquier cambio, de momento respondemos a cualquier muestra de cariño, ya nos llamen Pixi y Dixi, Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón...

Estamos buscando familia adoptante porque Joseba, nuestro tutor temporal y además amigo, protector y todo lo que un lindo gatito puede esperar de un humano, ya tiene adoptado a nuestro primo Grey. Los tres juntos somos demasiado...

Nacimos entre los montes asturianos hace dos meses, y tenemos toda nuestra parentela por allí, pero con Joseba nos paseamos del verde de Bizkaia al de Asturies. Él hace lo que puede para encontrarnos una familia, o dos... y por eso le ha pedido ayuda a la Orillera.

Somos muy mimosos, y como cachorrillos, algo movidos, pero eso queda compensado con nuestros ronroneos, que son de lo más gratificantes. Tenemos el pelo rubio-rojizo, y los ojos entre azules, grises y verdosos (para gustos). También somos inquietos y curiosos, como buenos felinos. Estamos acostumbrados al trato humano y vamos asumiendo los usos y costumbres propios, por ejemplo: utilizamos la cajita de arena para hacer nuestras cositas sin ningún problema. Comemos todo lo que nos ofrezcan, aunque imaginamos que pronto empezaremos a volvernos locos por ciertos manjares, y a poner caritas con otros... cosa totalmente natural, por otro lado. ¡Ah, y otra cosa importante, también conocemos al señor veterinario!

La Orillera va a poner unas cuantas instantáneas nuestras por si alguien se encapricha con nosotros. ¡La verdad es que somos adorables... ejemmm!

Si alguien está interesado en nosotros, no tiene más que ponerse en contacto con la Orillera en su correo electrónico y ella ya les dirá los pasos a seguir.




¿A que somos un encanto?
Miauuu, miauuu, marramiauuuu...

Fotos: Joseba  Texto: Edurne

LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO


Grey y sus primos gemelos, Pixi y Dixi saliendo del baño...

Sobran las palabras.

Foto: Joseba