miércoles, 25 de noviembre de 2015

VUELO LIBRE





¡No! Por si alguien vuelve a preguntármelo otra vez, ¡no, no lo vi venir!
Es muy fácil ver las cosas desde el otro lado, detrás de la barrera, mientras que una está en el coso, tiñiendo de rojo el albero, toreando las embestidas que ése que se hace llamar “tu marido”, te asesta un día y otro también sin piedad alguna.

Muy fácil ver cómo iba a terminar todo, y más todavía cuando los hijos a los que hay que cuidar y proteger no son los propios, sino los de la que está tratando de esquivar los envites. Y encima es más fácil todavía asumir el papel de protector…

Pero no vale. Hay que estar en la piel de alguien como yo para saber lo que es vivir en la oscuridad más hermética, sin aire que respirar, teniendo que dormir con un ojo despierto, con la piel alerta y el corazón en el exilio de los afectos…

Y no, lo vuelvo a repetir: ¡no lo vi venir!

Al principio, al poco de conocernos, yo ya sentí que tenía algo especial, no sé, su mirada, su forma de sonreír, cómo se me acercaba a preguntar qué tal estaba, si me encontraba a gusto allí… Y es que yo acababa de llegar nueva al instituto.  Mi padre había muerto y mis hermanos, mi madre y yo nos habíamos tenido que trasladar a vivir a casa de mis abuelos, una casa bastante más grande que la nuestra, y también  porque no podíamos pagar aquella en la que habíamos vivido hasta entonces, la casa que estaba ligada a nuestra infancia, a todos nuestros recuerdos, los buenos y los malos…

A mis catorce años yo era una adolescente tímida y fácilmente impresionable. Él fue el único chico, él ha sido el único hombre en mi vida. Lo tuvo muy fácil. Recién salida de la infancia, de su mano me interné en una adolescencia llena de zozobras y miedos. Miedo a no ser suficientemente guapa y lista para él, a no hacer lo que me pedía que hiciera; miedo a que me dejara por otra, por cualquiera de las que siempre revoloteaban a su alrededor, y porque así me lo hacía ver. Así me tuvo todos aquellos años, mendigando una caricia, un beso… Hasta que le demostré que por él era capaz de todo.

Él me hizo suya y me encerró en esta jaula. Tiró la llave muy lejos, tanto como grande era mi temor a que dejara la puerta abierta y me dijera que saliera, que ya no me necesitaba. Pero ahora, después de casi cuarenta años, acabo de salir yo sola de ella. Entré siendo casi una niña y salgo convertida en una esposa humillada y maltratada, en una madre amantísima y abnegada, y en una abuela entregada y temerosa. Una mujer perdida.

Y ahora, solo ahora, es cuando todo el mundo se está enterando de lo que ha sido mi vida en realidad, lo que había tras esa cortina de humo que yo dejaba escapar para que cubriera la verdad.

A los tipos como él no se les ve venir. Son de los que saben dar una de cal y otra de arena, así, rápido, rápido, para que no te dé tiempo a reaccionar y pienses que todo ha sido un mal sueño. Son de los que un día alaban lo que haces, cómo eres, y que te dicen muy bajito que sin ti no serían nada… Todo para ablandar tu corazón y hacer que te sientas culpable por haber querido huir de la jaula. Y también son de los que utilizan tu amor de madre para tenerte sujeta, segura, porque los hijos, ¡ay, los hijos.!

Y vas trenzando con hilos de frágil algodón el mundo en el cabéis todos. Inventas una felicidad pequeñita, pero que te sirva para seguir avanzando un paso más cada día. Te alimentas de un abrazo a deshoras, de un “te quiero” apenas balbuceado, de un viejo sueño una y otra vez desempolvado. Y te lo crees, te lo quieres creer.

Tapas las heridas de dentro y de fuera, los golpes, las ojeras, los insultos, reproches y sinsabores, todo lo escondes con mano hábil y temblorosa. Y así un día y otro, un año y otro.

Ante ti desfilan desprecios, amantes, engaños… Y de vez en cuando un beso de marido culpable, una mirada menos dura, una media sonrisa… Y piensas que todo está bien, que tu mundo no se caerá todavía. Aguantas un poco más. Aguantas  por esto, por lo otro y por lo de más allá. Disculpas, autoengaños…

Hasta que un día, a una se le cae la venda bien caída, no a medias, ¿sabes cómo te digo? Así, como si se hubiera hecho de día de repente y tanta claridad te dejara completamente ciega, tanto, que no pudieras soportarlo y tuvieras que apagar la luz para que nadie vea tu vergüenza, para que nadie sepa de tu pena arrastrada por los cuartos más oscuros de tu pobre,  triste y pequeña vida.

Y es la última mano alzada, el último exabrupto salido de su boca, la última amante que paseó por tu cara, lo que hace que digas que ya nada importa, y que grites ¡ya basta!

No, no lo vi venir. Solo cuando dejé de estar ciega, dormida, amordazada, muerta del miedo a perderle, del miedo a contar mi verdad, solo entonces tuve la fuerza suficiente para abrir la puerta y echar a correr hasta llegar aquí, hasta encontrarme con aquella que fui. Estoy sola, desnuda, sin nada, pero me tengo a mí y estoy viva. 
La VIDA me espera.







Foto: Edurne,  de una escultura de no recuerdo quién, expuesta en ARTMADRID de esta pasado Febrero. Texto: Edurne (breve ejercicio y reflexión sin corregir). Imagen. Circula por la Red estos días, en casi todos los perfiles de nuestros Whatsapps.

Ni una más. Ni una mujer más que sea humillada, maltratada, asesinada. Y ni un hombre más que sea humillado, maltratado y asesinado, porque menos, pero también los hay.

8 comentarios:

Bertha dijo...

Bella palabra" libertad ":pero ya se encargan algunos de encerrarla y tirar la llave, al principio con bellas palabras y después que ya eres dependiente y tienes la mente bloqueada o crees que te lo mereces por...?.Es cuando ya comienzas a darte cuenta que algo no es normal:y no lo ves venir eso es así; por desgracia, esto va a más.En el Centro ya hemos tenido que sacar la bandera,porqué estos individuos/as que también las hay, aunque se sepa menos por vergüenza, son cómo una plaga.

Ojalá, mil veces ojalá, se pueda volar libre ;que esos hijos de maltratadores no saquen esa semilla, ojalá.

Un beso feliz día Edurne.

Francisco Espada dijo...

No es un relato más. Es cierto que estamos rodeados de ejemplos de este tipo, pero detrás de cada uno hay personas de carne y hueso, que respirar y se asfixian por las heridas del amor, por los malos tratos que no son amor sino violencia. En la forma, el destello de la gran lectora que eres y el el drama, la implicación en estas situaciones que te rebelan como me rebelan a mí.

Ninguna persona más ninguneada por un engañoso amor. Un fortísimo abrazo y besos.

Antorelo dijo...

A veces, cuesta comprender las situaciones. Un abrazo

Edurne dijo...

BERTHA, PACO, ANTORELO:
No habría que recordar este día,ni que escribir cosas así para saber y tomar conciencia del sufrimiento callado de otros... Pero, así es, lamentablemente!

Muchas gracias por pasar y comentar.
Besos y abrazos.
;)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente. Una causa para seguir luchando.
Besos.

Ishtar dijo...

Hay que ser muy valiente para mirar al vacío y a la zozobra y saltar, lo bueno es que mientras caes también ves caer las cadenas y ves manos tendidas. Y así debe de ser, debemos tender la mano a aquellos que viven en el miedo del "tu no vales nada".

Y, como dices, solo hay que recordar lo más importante: "me tengo a mi y estoy viva"
Puedo volar libre.

Un abrazo grande Edurne.

M. Blanca dijo...

Escribes muy bien...Hay que huir de los manipuladores, de los que dominan y controlan nuestra voluntad, de los que nos tratan mal, de los que se hacen las víctimas para que les perdones, de los que nos humillan, ...La soledad es mejor compañera, además hay siempre amig@s que acompañarán...
Besos , Edurne.

Edurne dijo...

PEDRO:
Gracias por tus palabras y tus visitas, siempre tan oportunas y acertadas.
Hay que seguir luchando tod@s junt@s, ¡sí!

Besos.
;)

ISHTAR:
Muy valiente, sí,mucho. Pero las mujeres, y los hombres, lo somos, aunque nos parezca que a veces escondemos la cabeza, la pena, la culpa...

Besarkada erraldoiak eta muxutxuak zuretzat, polite!
;)

BLANCA:
Gracias por tus halagos a mis letras.
Y tienes razón, mucho mejor sol@ que mal acompañad@, porque el camino vital, y más el que se hace junto a un/a compañer@, hay que hacerlo con toda la seguridad en esa persona.
Y siempre hay alguien dispuesto a tender una mano amiga, eso es cierto también!

Besos.
;)